
Mi primo ya estaba sentado conversando con unas minas en la arena, mientras yo me alejaba, no me pregunten que quería hacer pero caminaba en dirección al mar, solo un gran empujón me botó al suelo y me quitó mi loca idea. Hasta el día de hoy me pregunto que hubiese sido de mí de no ser por el buen samaritano anónimo que me salvo del frío y oscuro mar del mes de julio.
Julio, mes de vacaciones de invierno. Cuando la única preocupación que uno tiene es no pitearse matemáticas a fin de año, al menos para mí esa era una preocupación real porque nunca aprendí ni a dividir. (no es chiste)
Después de casi una hora de estar tirado en la arena y dejando que mi cerebro alocado gobernara todo, me pude parar. Mi primo ya no estaba con las minas, al igual que yo, estaba en un estado de meditación propio de un monje tibetano. Con la alegría propia de un par de borrachos nos juramos amor y amistad eterna diciéndonos la frase de bronce: somos amigos..o no somos amigos...?!!!...después de esa frase logré despertar de mi letargo, pero ya era tarde. El contacto en la discotheque a esa hora ya debía haber entrado y por tanto, no nos podría hacer pasar gratis. Como pude, logré convencer a mi primo que intentáramos caminar hacia nuestro supuesto panorama. Nuestro informante nos había asegurado que esa noche un curso lleno de minas iba aquel lugar...¿Quién podría perderse algo como eso?
No recuerdo cuantas veces nos caímos al suelo, mis zapatos ya no aguantaban tal cantidad de arena, los minutos pasaban rápido y nosotros avanzábamos cada vez mas lento. Las luces a lo lejos nos marcaban el camino a seguir, abrazados y cantando llegamos a la discotheque...no había nadie afuera, todos bailaban y saltaban al interior. Con gritos y piedras..si textual..con piedras tratábamos de llamar la atención de “tipical man” (nuestro contacto)...ahí estaba el muy desgraciado bailando con la camiseta del Coca Mendoza rodeado de minas y nosotros con los mocos congelados por el frío. Realmente estábamos cagados, nos habíamos perdido “el sueño del quinceañero”, todo por culpa de un pisco control de 30 grados tomado sin bebida...desde ese día me juré por mis cojones nunca más volver a beber dicho brebaje...
Julio, mes de vacaciones de invierno. Cuando la única preocupación que uno tiene es no pitearse matemáticas a fin de año, al menos para mí esa era una preocupación real porque nunca aprendí ni a dividir. (no es chiste)
Después de casi una hora de estar tirado en la arena y dejando que mi cerebro alocado gobernara todo, me pude parar. Mi primo ya no estaba con las minas, al igual que yo, estaba en un estado de meditación propio de un monje tibetano. Con la alegría propia de un par de borrachos nos juramos amor y amistad eterna diciéndonos la frase de bronce: somos amigos..o no somos amigos...?!!!...después de esa frase logré despertar de mi letargo, pero ya era tarde. El contacto en la discotheque a esa hora ya debía haber entrado y por tanto, no nos podría hacer pasar gratis. Como pude, logré convencer a mi primo que intentáramos caminar hacia nuestro supuesto panorama. Nuestro informante nos había asegurado que esa noche un curso lleno de minas iba aquel lugar...¿Quién podría perderse algo como eso?
No recuerdo cuantas veces nos caímos al suelo, mis zapatos ya no aguantaban tal cantidad de arena, los minutos pasaban rápido y nosotros avanzábamos cada vez mas lento. Las luces a lo lejos nos marcaban el camino a seguir, abrazados y cantando llegamos a la discotheque...no había nadie afuera, todos bailaban y saltaban al interior. Con gritos y piedras..si textual..con piedras tratábamos de llamar la atención de “tipical man” (nuestro contacto)...ahí estaba el muy desgraciado bailando con la camiseta del Coca Mendoza rodeado de minas y nosotros con los mocos congelados por el frío. Realmente estábamos cagados, nos habíamos perdido “el sueño del quinceañero”, todo por culpa de un pisco control de 30 grados tomado sin bebida...desde ese día me juré por mis cojones nunca más volver a beber dicho brebaje...
525.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario